El blog de José Luis Povo

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viernes, 25 de octubre de 2013

RELECTURAS: BERNARD PRINCE. "El soplido del Moloch", de Greg y Hermann

El soplido de Moloch01Hace más de tres años, nuestro anfitrión José Luis Povo creó la sección Relecturas con la intención de compartir "impresiones tras releer álbumes clásicos que leí por primera vez hace muchos años y que por una u otra razón habían permanecido en la estantería un largo tiempo sin ser revisitados..."

La relectura que ocupa esta entrada de alguna manera ya la anticipamos el verano pasado: se trata de "El soplido del Moloch", aventura de la serie Bernard Prince, del guionista Greg y el dibujante Hermann, que leí por primera vez en la revista Mortaportadadelo Especial ¡Catástrofe!, número publicado en 1978.

Es uno de esos tebeos francobelgas que tras las divertidas portadas de Raf ofertaba la publicación de Bruguera Mortadelo Especial, de la que hablamos en la siguiente entrada:

La revista Mortadelo Especial y el cómic francobelga

Como decíamos, la calidad de la reproducción no estaba a la altura, véase la siguiente página (pinchar para ampliar).

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... y a menudo se reproducía en bitono:

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Compartía páginas con La familia Trapisonda, Doña Urraca, Domingón, Aspirino y Colodión, El capitán Barlovento, Mortadelo y Filemón... historias cortas de humor Bruguera, todo un aperitivo para el que se antojaba el plato principal, un álbum completo.

En 1992 "El soplo del Moloch", pues bajo ese título se editó en Mortadelo Especial, sería bautizado como "El soplido del Moloch" por Ediciones Junior, parte de la colección Bernard Prince de la que sólo vieron la luz seis álbumes.

En cuanto al mercado francófono, esta historia publicada originalmente en la revista Tintin sería recopilada en formato álbum en 1976.

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Quedaban tres álbumes más de Bernard Prince antes de que Hermann abandonase la serie en favor de su nueva creación, Jeremiah. Encontramos, por tanto, al dibujante en plena forma, ya pulido su trazo hasta dar con un estilo reconocible, propio, donde se percibe su evolución desde los tiempos de "El general Satán", de 1967.

Un homme, un volcan, nouvelle aventure

"Como vemos, los escenarios se erigen en protagonistas de la serie desde un inicio. Sin embargo, Hermann quería ir un paso más allá y que ese escenario se expresase también, para lo que habló con Greg para que éste fuese introduciendo diferentes fenómenos y catástrofes naturales en los guiones. De este modo, al ir avanzando la serie, la naturaleza fue ampliando su papel protagonista". (Norman Fernández. "Hermann. La pasión de narrar". Dolmen, 2007; a propósito de la serie Bernard Prince)

"El soplido del Moloch" ilustra a la perfección esta cita. En este álbum, la naturaleza determina por completo el curso de la trama: unos gangsters roban el Cormorán, el barco de Bernard Prince, para llegar hasta alta mar donde supuestamente les espera otra embarcación. Confluirán todos los personajes, los gangsters y Prince y sus amigos, que acuden con la intención de recuperar el Cormorán, en una isla con un volcán en erupción en plena evacuación.

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Relato de aventuras y policiaco a partes iguales, "El soplido del Moloch" destaca como un thriller vibrante, tenso, ambientado en un escenario exótico que se diría extraído de "Al este de Java" (1969), donde se confunde un regusto aventurero, modernización en el fondo del esquema clásico de Terry y los piratas, con un melting pot policiaco en el que cabe de forma armónica desde Sergio Sollima, en especial la intriga tropical del inicio de "Ciudad violenta" (1970) o las indumentarias de "Revolver" (1973), hasta la estilización propia del polar más abstracto.

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Estilización bien palpable en la manera que describe Hermann a la vistosa pareja de killers, Ho y Do, elegantemente vestidos, con un punto hortera y totalmente fuera de lugar; gafa y sombrero calado, traje y corbata de vivos colores. killers

En buena lógica, no interesa tanto la vía Jose Giovanni del polar, la humanización del delincuente, como la estilización que planteaba Jean-Pierre Melville, la abstracción, la maceración de las convenciones y la revisión de los arquetipos al calor del mito, al cual contribuía de alguna manera al deshumanizarlos, al retratarlos a partir de los elementos externos que los caracterizan. La impasibilidad de Ho y Do va en este sentido, algo ya presente desde la primera viñeta en que los apreciamos, impasibles, sin que les veamos los ojos, tras unas gafas que les despojan de cualquier calidez. Como en la mentada vía del polar, lo que importa en este caso no es el trasfondo de los personajes ni su background, es su relación con el género, su condición de arquetipo. Se hace eco de una tendencia que prendió en el cine de los años 60 y que en cierta medida impregna a este cómic. Quizá sea fruto de la reconocida vertiente cinéfila de Hermann, y su estilo cinematográfico, o podría atribuirse a Greg, como guionista, pero en cualquier caso llama la atención que uno de los matones responda al nombre de Ho, como Belmondo en el policial "Ho!" (1968), dirigida por Robert Enrico, y los dos pequen de narcisismo.

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El trío protagonista sigue un esquema muy clásico: Bernard Prince, el héroe más bien drinsípido pero siempre noble en el que muchos lectores quisieran reflejarse; Barney Jordan, jovial y borrachín, de irresistible   simpatía, un poco como Jimmy McClure en Blueberry; el joven Djinn, que responde a una tipología de los cómics de aventuras y que encaja mejor que otros por su condición de, digamos, grumete. Un trío que se podría cambiar por un Capitán Trueno, Crispín y Goliath, o las clásicas parejas de protagonistas, Enak y Alix, Jorge y Fernando, que tuvo mucho predicamento y que luego dio pie a teorías de todo tipo.

En este tipo de aventuras las mujeres por lo general quedan relegadas a un papel secundario. De hecho, en "El soplido del Moloch" el único rol que interpretan va en este sentido, en una aparición además muy breve. Pero aún esa fugaz aparición pone de manifiesto cómo hay una serie de dibujantes, entre los que se encuentra Hermann, que despliega un número más reducido de recursos para retratar a la mujer que con el hombre, incidiendo con frecuencia en el mismo patrón físico (es como si en la mesa de dibujo se revalidase la cita de François Truffaut, según la cual los hombres tienden a enamorarse del mismo tipo de mujer: del mismo modo, el lápiz de algunos dibujantes suele trazar al mismo tipo de mujer).

Hermann, el dibujante

Hermann se había colocado por aquellos años como uno de los grandes dibujantes de estilo realista, en la órbita de Jijé o Giraud. Su gusto por el detalle, casi un requisito de la historieta realista francobelga, llega al barroquismo, que contagia a los rostros, surcados de arrugas e imperfecciones de la piel, frentes perladas de sudor... en una suerte de realismo sucio que casó muy bien con la última etapa de Comanche y ese marchamo naturalista de western crepuscular que le labró un nombre dentro del género.

A tono con la época en la que fue concebido,  "El soplido del Moloch" tiene varias viñetas en las que se restringe la paleta de colores y dibuja a un personaje o una porción de la viñeta en un mismo color. En la primera página ya encontramos una muestra de ello:

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De esta manera adquiere condición de estilo desde el inicio del volumen, y no se le puede achacar como fruto de la premura debido a las fechas de entrega, lo que podría sospecharse de haberse empleado sólo en las últimas páginas. El "decolorar" en los años 70 fue una solución muy empleada, equivalente al desenfoque cinematográfico, y que enriquece el lenguaje del cómic, a pesar de que en una lectura superficial pudiera parecer un imperativo económico.

En "El soplido del Moloch" hay repetidas muestras de esta opción estética. En la siguiente viñeta apreciamos hasta cuatro fondos distintos. La escasez de colores "pone en foco" la acción y evita distracciones innecesarias.

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Todavía más evidente en la siguiente viñeta. Al reducir la gama de colores se acrecienta la sensación de profundidad de campo y de oposición entre distintos planos/campos. El movimiento del fondo además contrasta sobremanera con la quietud de nuestros protagonistas, cuya mirada nos dirige hacia el fondo.

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También encontramos varias viñetas en las que el fondo es neutro o directamente desaparece. Menos es más, al desaparecer el fondo los personajes están "más en foco" (en esta viñeta también se juega con los colores, escogiendo el mismo color para personas y objetos se los traslada a un segundo plano).

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Sobre el lenguaje encontramos como es habitual en Hermann un sabio uso de la elipsis. En la siguiente secuencia el bocadillo en off entra en la primera viñeta mientras que el resto de la acción, la salida de Bernard alertado del robo del Cormorán, se deduce por las dos viñetas siguientes.

elipsis

Se nos ofrece asimismo momentos con viñetas que describen varias acciones en paralelo. En la siguiente viñeta, en la parte izquierda, Bernard y Jordan discuten, en la parte central el inspector de policía trata de rebajar los ánimos, y aún más a la derecha el agente ofrece unas fotos que darán paso a la siguiente acción.profundidad sec

Con todo, uno de los elementos sustanciales del álbum, unas de las marcas de la serie, son las grandes viñetas que sitúan al lector en un nuevo escenario o que coronan una secuencia con una viñeta espectacular, como la siguiente.

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El decoupage es francamente dinámico y moderno. Véase la siguiente página, de las mejores del álbum.

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Hay otro momento álgido en el que se emplea un "cambio de eje", primero mostrando la reacción de Djinn al atisbar un río de lava llegando a sus pies, y luego la viñeta en la que vemos la lava alcanzando el lugar donde se encuentran los protagonistas. Al prescindir de la elipsis, se dilata el tempo. Que es una de las claves del álbum, el timing.

Un volcán en erupción

Ese uso del tiempo es una de las mayores virtudes del guión de Greg. Sigue fiel a parámetros clásicos por los que cada página concluye en suspenso o remata una secuencia pero abandona la estructura episódica de aquellas aventuras cuyo fin primordial era la publicación en una revista (muy evidente en el primer álbum de Comanche), consciente a estas alturas de la comercialización en formato álbum.

Mantiene tres intrigas en paralelo: el robo del Cormorán, la grave enfermedad contraída por los hampones y la erupción de un volcán. Son estos dos últimos elementos los que implican una cuenta atrás angustiosa en la que se ve violentada toda la acción, con un manejo magistral de los tiempos y de las reglas del thriller, que tendrán en Van Hamme a todo un relevo. "El soplido del Moloch" es un modelo, una de las cumbres del género, y probablemente uno de los álbumes básicos para entender el devenir del género realista, el ocaso de la aventura tradicional y el auge del thriller.

Cuando preparaba esta entrada para el blog pensaba que era cuestión de tiempo que viésemos la edición integral de Bernard Prince en España, con Planeta como candidato principal tras sus ediciones de Comanche y Jeremiah. Pero ha sido Ponent Mon quien ha anunciado para 2014 la edición integral de este clásico.

Más sobre la serie en:

Bernard Prince, de Greg y Hermann

Otras Relecturas en Mis cómics y más:

RELECTURAS: "Las aventuras de Blake y Mortimer. El caso del collar", por Edgar P. Jacobs

RELECTURAS: 50 Aniversario de "Las joyas de la Castafiore"

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